Es sorprendente lo que se ha averiguado al estudiar cómo las plantas utilizan los aceites esenciales para comunicarse entre ellas, adaptarse a los cambios y mantener un ecosistema. Para ello ha hecho falta la observación minuciosa del ecologista, añadiendo los descubrimientos de la bioquímica que investiga el efecto de las feromonas entre los seres vivos. Al observar la naturaleza de esta manera se entiende cómo se influyen mutuamente los insectos, los animales y las plantas que comparten un medio ambiente, mientras evolucionan y se adaptan juntas a través del tiempo.

El papel del olor de las flores

La fragancia de las flores desempeña un papel fundamental como atractivo de todos los seres vivos, desde los insectos al hombre. Parece ser que el olor es un estímulo más primitivo que el color y la forma de las flores. Muchas flores primitivas que son polinizadas por escarabajos carecen de color, pero poseen fuertes olores.

En la mayoría de plantas la cantidad de aceite esencial y su composición está coordinada con el momento en que el polen está maduro y la flor lista para la polinización. La composición varía a lo largo del día y está perfectamente coordinada, de modo que por la mañana produce el olor para los polinizadores diurnos, y al final de la tarde para los nocturnos.

Los aceites esenciales como feromonas para los insectos

El comportamiento de los insectos está condicionado por sustancias volátiles segregadas por un insecto para comunicarse con otro. Un ejemplo de la estrecha unión entre un insecto y una flor ocurre en unas abejas solitarias que son atraídas por “orquídeas abeja” para que las polinicen. La forma y el color de estas flores son como la abeja hembra, y el macho acude a la planta para realizar lo que se llama “pseudocopulación”, polinizando la flor en el acto. La orquídea también copia el olor sexual de la abeja hembra y el insecto lo relaciona con la forma y el color de la flor. De esta manera la flor se asegura la visita del macho para su polinización.

Al analizar la esencia de orquídea se comprobó que sus componentes principales son similares a los que se encontraron en las glándulas sexuales de la abeja. Probablemente, las moléculas de la esencia de la orquídea son tan similares, en olor, a las feromonas sexuales femeninas, que “emboban” a los machos, dándoles la sensación de que se acercan a hembras verdaderas.

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Los aceites esenciales como feromonas de rastro, alarma y defensa

La abeja que fabrica la miel obtiene su feromona de rastro directamente de las plantas. Utiliza el geraniol de la esencia de las flores, concentrándolo en el interior de su cuerpo y exudándolo cuando lo requiere como guía para la alimentación. Así que, en el viaje de vuelta, puede seguir el rastro perfumado que había dejado anteriormente.

Otra de las funciones que desempeñan los aceites esenciales es la de servir como sustancias de defensa.

Los aceites esenciales pueden tener un efecto irritante, produciendo quemaduras y picor. Un buen ejemplo del uso del aceite esencial como arma defensiva es el caso de la larva de procesionaria del pino, que tiene el desconcertante hábito de descargar un chorro de esencia de pino cuando es molestada o se siente atacada. Las larvas separan los componentes esenciales de la resina durante su alimentación, y los almacenan en dos bolsas comprimibles del esófago. Al acercarse un atacante, comprime las bolsas y el líquido sale a chorro hacia su adversario.

Algunas de las sustancias seleccionadas por la procesionaria son el benzaldehído, citral y citronelal, que forman parte de los aceites esenciales y se utilizan para elaborar repelentes de insectos naturales.

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Es posible que los enemigos más peligrosos a los que se enfrentan las plantas sean los microorganismos. Bacterias, virus y hongos que encuentran en las células vegetales todo lo que necesitan para vivir y reproducirse. La presencia en el aceite esencial de sustancias que inhiben la germinación de los microorganismos, su crecimiento o ambas cosas a la vez, es la característica más común de los aceites esenciales. La mayoría de las propiedades antibióticas y antisépticas de los aceites esenciales se deben a los terpenos y los fenoles presentes en su composición química. Estas moléculas impregnan la madera, la corteza y las hojas de las plantas haciéndolas muy resistentes a la putrefacción. Es el caso de las resinas de los pinos y de las esencias de sándalo, incienso, mirra y canela.

Los aceites esenciales en la interacción entre las plantas y en el ciclo de los incendios

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Las plantas aromáticas, como la salvia, tomillo, romero, pino o eucalipto producen grandes cantidades de aceite esencial que se dispersan en el aire y el suelo. Las moléculas que contiene el aceite esencial tienen un efecto antibacteriano que altera la composición del microbiota del suelo, pero también pueden penetrar en las semillas de otras especies de plantas afectando negativamente a la germinación de las semillas.

El bosque de pinos sigue ciclos naturales de incendio cada veinticinco años. Los aceites esenciales facilitan los incendios periódicos ya que son altamente inflamables y en estos casos son consumidos totalmente por las llamas incluidos los del suelo.

Cristóbal Vidal

Profesor y director del Instituto Europeo de Dermocosmética

Artículo publicado en la revista digital Bio Eco Actual el 28/03/2024

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